Jamás en la vida imaginé que yo podía conducir un vehículo motorizado. Quizás fue falta de confianza, de plata o de oportunidad. Me acostumbré a no tenerlo y a tomar el colectivo o usar la bici. Lo más arriesgado que me animé a pensar fue comprar un ciclomotor con cabina, el auto era demasiado para mí. Mi psicóloga diría: "¿Creés que no lo merecés Adriana? Y la verdad no se si es lo que creía pero siempre dije que yo jamás podría conducir porque me falta coordinación, reflejos, autoestima y sobre todo conocimiento.
Pero me animé y comencé a soñar con la posibilidad de tener un auto, y ya que estaba también con la loca idea de conducirlo. Y aquí estoy con registro y dando mis primeros pasos, enojándome con el mundo y conmigo misma. Pero no bajo los brazos ni largo el volante, ni permito que Lorena entre en acción, y si lo intenta le toco bocina, la esquivo y listo.
viernes, 25 de octubre de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario