
Desde su más tierna infancia mi sobrina Mariana supo reconocer las verdaderas hostilidades que nos presenta la vida cada día. Lejos de dejarse avasallar y más lejos aún de unirse a la vulgaridad, hizo oír su voz al finalizar cada jornada de sus primeros años escolares con el reiterado reclamo, que a lo largo del tiempo se convirtió en un símbolo del fastidio provocado por la sociedad que nos rodea.
Así que hoy, tomo su frase y la grito en nombre de todos los que no nos bancamos más...¡LORENA ME MOLESTA!